Era julio de 2022. La familia Fefferman voló de Tel Aviv a Newark, en Nueva York. Iban en el avión Michal y Ben, la pareja, con la hija pequeña de seis años. Su nombre, al ser menor de edad, no se ha hecho público, aunque su apellido es deducible (United: tras los B737Max, ahora obligada a dejar en tierra los A321).
En un momento del vuelo, una azafata pasó con un carrito repartiendo la comida. La bandeja fue puesta sobre la mesa desplegable del asiento de cada uno de los pasajeros. Pero la mesa de la niña estaba inestable y todo el contenido de la bandeja cayó sobre la pequeña que estaba sentada.
Según la denuncia presentada por la familia, y que ahora está ante un tribunal de Illinois, la comida se había calentado a una temperatura desmesurada, causándole quemaduras a la pequeña. La aerolínea no le prestó ninguna asistencia por carecer de equipamiento o calmantes para las quemaduras. El vuelo no se desvió, por lo que la niña sufrió hasta llegar a Estados Unidos.
La demanda dice que la niña quedó desfigurada, se supone que en su cuerpo.
La aerolínea no hizo comentarios. La familia exige la compensación de 75 mil dólares por no mantener la mesa del avión en condiciones, por servir la comida con temperaturas extremas y por no atender a la niña hasta el final del viaje. No está de más también recordar la cultura de las demandas en Estados Unidos, tan arraigada a nivel de abogados.
