Con la subida de las temperaturas las escapadas a la costa se incrementan, aunque no todo el mundo puede permitirse esta opción o no tiene el tiempo suficiente. Por suerte, para refrescarse hay otras opciones en la naturaleza como las playas de interior o embalses que se reparten por toda la geografía española, algunas de las cuales cuentan incluso con la distinción de Bandera Azul, como la de Orellana o la de Campanario. En la provincia de Badajoz, ubicado a unos cinco kilómetros al noroeste de la bella e histórica ciudad de Mérida, se encuentra una obra de factura romana de colosales dimensiones ideal para darse un chapuzón y, ya de paso, un baño de historia: el embalse de Proserpina, uno de los más grandes de la antigüedad gracias a su extensión de 5 hectómetros cúbico.

Presa romana de Proserpina, una de las más antiguas del país
El origen de esta construcción, considerado como uno de los embalses romanos más antiguo de España, se remonta aproximadamente a los siglos I y II d.C., momento en el que se hizo necesario asegurar el suministro de agua a la ciudad de Augusta Emerita, dada la gran cantidad de personas y animales que aquí residían. La obra del dique tiene 425 metros de largo por 21 metros de altura y cierra un vaso natural en el que confluyen dos arroyos, el de las Pardillas y del de las Adelfas, aparte de recoger aguas de lluvia y de algún manantial.
De esa fecha se conserva, bajo el agua, un muro de sillares con contrafuertes de sillarejo. Los añadidos posteriormente, que van del siglo II al XVII, crean una pantalla ataludada con contrafuertes aguas arriba. Por otro lado, aguas abajo el dique está estribado sobre un gran espaldón de tierra y embutidas en él y adosadas a la presa hay dos torres desde las que se accedía a las tomas de agua que estaban a distintas alturas del muro. Desde aquí, el agua pasaba a la conducción hidráulica que llegaba al norte de la ciudad antes de atravesar el valle del Albarregas por el acueducto de los Milagros. En el siglo XVIII se le adosa un importante lavadero de lanas.

Muro de la presa del embalse de Proserpina
En el año 90 el embalse tuvo que ser vaciado por un problema de calidad del agua, lo que hizo que estuviera prácticamente seco durante cinco años, periodo de tiempo en el que se aprovechó para realizar diferentes arreglos y mejoras.
Cabe destacar que este obra de ingeniería, conocida popularmente como ‘La Charca’ e integrada en el conjunto arqueológico de Mérida y por tanto declarado Patrimonio de la Humanidad, está ubicada en el mismo lugar donde se dio la famosa batalla de la Albuera en la que se dirimió a favor de Isabel la Católica la disputa por el trono de Castilla que mantuvo con Juana ‘la Beltraneja’, de hecho, durante un tiempo se le llamó también Albuera de Carija. Su nombre actual lo obtuvo en el siglo XIX cuando se encontró una lápida con una inscripción de invocación a la diosa de los infiernos Proserpina.

El embalse de Proserpina presume de contar con aguas limpias y un entorno natural envidiable
La playa de agua dulce
El embalse de Proserpina cuenta con una de las playas de agua dulce mejor acondicionadas de Extremadura. Este lugar es perfecto para pasar el día en familia, pues dispone de varios servicios, como aparcamiento, salvamento y vigilancia (durante el verano), duchas, aseos y varios chiringuitos en los que degustar los platos típicos de la zona. Aquí se pueden realizar también diferentes deportes acuáticos como kayak, paddle surf y paseos en barco, de hecho, los últimos veranos se ha realizado un evento conocido como ‘Vive Proserpina’ que trata de fomentar el turismo activo en entornos acuáticos con actividades para todas las edades.

Barcas de pedales en el Embalse de Proserpina, Mérida
Rodeando al embalse hay un sendero circular de grava de unos 5 kilómetros, perfecto para aquellos que quieran completar la jornada con un poco de deporte.