El palacio-fortaleza en lo alto de una roca volcánica considerada por muchos la octava maravilla del mundo


Hay lugares que desafían a la imaginación, que nos hacen pensar que son un espejismo y no concebimos cómo pudieron ser creados. Es lo que ocurre al presenciar Sigiriya, un impresionante yacimiento que no solo destaca por su historia milenaria, sino por su vertiginosa ubicación en lo alto de una enorme roca volcánica.

El conjunto está formado por un antiguo complejo palaciego construido hace más de 1.500 años, que domina una llanura boscosa desde las alturas. A día de hoy, esta proeza de la ingeniería se ha establecido como un fascinante destino turístico que maravilla a todos los visitantes.


Sigiriya, el deseo de un rey amenazado

Tal y como atestiguan las inscripciones halladas en las cuevas de la base del promontorio rocoso, Sigiriya fue un lugar de retiro religioso de monjes budistas ya en el siglo III a. C. Sin embargo, no alcanzó su apogeo hasta el siglo V d. C., cuando el rey Kassapa, amenazado por una invasión, mandó a construir en la cima su nueva morada, a 200 metros de altura.

Mahout sobre un elefante con Sigiriya de fondo.
Mahout sobre un elefante con Sigiriya de fondo.
Getty Images

El resultado fue un conjunto arquitectónico que combinaba un palacio de recreo con una fortaleza inexpugnable. Además, a los pies de la roca se fue estableciendo una nueva ciudad. “Según el folclore, toda la fortaleza fue construida en solo siete años, del 477 al 485 d. C.”, tal y como explican desde Turismo de Sri Lanka.

Una joya Patrimonio de la Humanidad

A su esplendor le siguió un periodo de abandono que inició en 1155. El conjuntó permaneció en el olvido durante mucho tiempo, siendo utilizado solo puntualmente por el Reino de Kandy (una antigua monarquía independiente), concretamente en los siglos XVI y XVII. Finalmente, fue redescubierto por los británicos en 1828.

Sigiriya.
Sigiriya.
Getty Images/iStockphoto

A día de hoy, Sigiriya está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y para muchos es la octava maravilla del mundo. Este palacio milenario se complementa con fosos, jardines, estanques, terrazas escalonadas, muros con frescos y un palacio inferior que se adentra en la roca. Para llegar a la cima, tendremos que cruzar la llamada Puerta del León, con dos enormes patas de piedra de este felino, y subir inclinadas escaleras.



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