Quién lo iba a decir: todo empezó en 2020 cuando un profesor de Derecho de Zaragoza sospechó que no podía ser normal que tantas empresas y organizaciones públicas compraran sus mascarillas en Zaragoza, a una empresa sin antecedentes y casi sin capital. Escribió un articulito que no leyó nadie y los ‘koldos’ le pidieron 60 mil euros de indemnización. Para defenderse, empezó a investigar más y descubrió que aquello apestaba. Y lo denunció una y otra vez ante diversas instancias sin que nadie le hiciera caso (Las comisiones de Air Europa a Aldama en pleno rescate).
Investigó en Baleares y Canarias acudiendo a la ley de Transparencia y las mentiras que le contaron fueron tales que sus sospechas se inflaron: ¿si es un contrato normal, cómo se explican tantas mentiras? Sólo le decían la verdad cuando anunciaba querellas. Y siempre con reticencias y cuando sugería saber lo que no sabía pero imaginaba. Hasta escribió un libro que apunta a Ábalos, pese a que hoy el abogado ya tira más arriba.
El asunto ha llegado hasta aquí y ya con lo que vemos tenemos un buen lío. Pero es que hay más: también aparece Begoña Gómez, la mujer de Sánchez, que se reunió con los Hidalgo en plena pandemia. Esto es muy serio porque es la mujer del presidente y porque al poco tiempo Air Europa recibe una subvención estatal para sobrevivir. Comprenderán que esto apunta lejos, con lo que ni la prensa, ni la derecha, ni probablemente los socialistas no sanchistas, lo suelten. Incluso más: como nunca antes, parecería que en el entorno judicial y de las fuerzas anticorrupción hay malestar o hay una súbita vocación de aclarar las cosas (Las reuniones secretas de la mujer de Sánchez con los Hidalgo en pleno rescate).
Así, pues, Air Europa se puede terminar por convertir en el caso, el asunto, que determine el futuro del Gobierno. Se empieza con una mascarilla y se acaba en Pepe Hidalgo. Mientras, las cosas van como van. Si es que van.
