En un orden de prioridades dado, lo primero va antes, así que habrá que decirlo ya: la frontera marítima entre las provincias de Granada y Málaga es de una belleza que impresiona. El tramo del litoral que va entre la granadina Almuñécar y la malagueña Nerja es una sucesión de acantilados que se alzan sobre calas, a veces minúsculas, de aguas transparentes. Es un paisaje digno no ya de una postal, sino de una enorme colección de postales. Hay que verlo para creerlo.
Aunque a estas alturas no se puede sostener que sea una joya oculta un lugar desconocido, porque especialmente en los meses de verano está muy frecuentado, es un paraje natural que cuenta con protección oficial, lo que impide las construcciones. Así que vale, es probable encontrarse con gente en todas partes, pero por lo menos el visitante se garantiza que no hay edificios aquí y allá que afeen el horizonte.
Cerro Gordo no es sino la terminación, abrupta, de las sierras de Tejada, Almijara y Alhama, que se cortan en tajos casi verticales que pueden llegar hasta los 250 metros de altura. Desde arriba, la vista es memorable. Abajo del todo están las playas, tan apetecibles que lo lógico es descender hasta ellas. No siempre es fácil: a Cala del Pino, una de las ensenadas más bellas, se accede directamente bajando por un barranco. No es un camino demasiado peligroso, aunque tampoco apto para todo el mundo. Y hay que tener en cuenta una cosa, además: después hay que subirlo, así que conviene reservar fuerzas.
Para llegar a otras playas de este impresionante entorno, como la de Cantarriján, sí que hay carretera, aunque en verano no está permitido usarlas para evitar la aglomeración de coches en una zona vulnerable. El único modo es utilizando un autobús lanzadera que hace el recorrido desde lo alto, junto a la carretera.
Aunque es difícil destacar un espacio en concreto por su esplendor, porque todo allí lo tiene, puede que lo más bonito de Cerro Gordo sea lo que no se ve a simple vista. Pasado Maro, en dirección a Granada, hay calas que no son accesibles salvo desde el mar. Allí hay cuevas, como la del Lobo, y una cascada de agua dulce que han permanecido casi vírgenes hasta ahora, aunque es posible ver lo uno y lo otro dando un paseo en pequeñas embarcaciones sin motor. Ya hay empresas que organizan rutas en kayak.

Los fondos marinos son muy ricos y el buceo es otro de los atractivos del lugar
Este artículo no tiene orden, no va de Este a Oeste ni viceversa, pero es premeditado porque no se trata de hacer un recorrido sino de ensalzar el conjunto, el todo. Tanto si se inicia la ruta pasada La Herradura, en Granada, como si se hace en Maro, famosa también por ser allí donde se encuentran las cuevas de Nerja, el resultado merece muchísimo la pena. La única recomendación válida es disfrutar de sus muchas ventajas.
Y no estropear nada, esa sería la segunda. Un sitio donde el ruido de los coches es sustituido por el rumor del mar tiene que ser no sólo elogiado, sino también conservado. Ir a esas pequeñas calas con música a toda castaña es cargarse el ambiente, romper el encanto, casi cometer un delito. El respeto a lo que siempre ha estado allí es fundamental. De lo contrario, el tesoro dejará de existir.
Como se ha dicho, Cerro Gordo es un paraje natural protegido y apenas hay algunos chalés diseminados, seguramente anteriores a que se le otorgara ese amparo legal. Por lo tanto, tampoco hay hoteles ni apartamentos donde hospedarse. Aunque sí que los hay, en abundancia, en los dos extremos: La Herradura y Almuñécar, en Granada, y sobre todo Nerja. Allí ya había turismo antes de Verano Azul, pero después de su éxito, se multiplicó.
Por cierto: algunas secuencias de esa serie se grabaron en Cerro Gordo. Y hasta en Motril, aunque eso no venga ahora muy al caso. Sin ir más lejos, ese momento en el que Pancho, llorando desconsolado, comunica al resto de la pandilla que Chanquete ha muerto, fue rodado en la playa principal de Maro. Por ese motivo, por ser extraordinariamente bonita y por comenzar allí una ruta hacia calas muy poco accesibles, se masificó hasta el punto de que ahora también está vedado el acceso en coche. La fórmula del autobús lanzadera se ha extendido hasta allí, con buen criterio.