Palma de Mallorca no es Formentera


En su furor antiturístico, el alcalde de Palma de Mallorca, Jaime Martínez, ha propuesto prohibir o limitar la entrada de coches de alquiler en la ciudad, como medida para reducir la saturación que se sufre y es evidente.

A mí esto me parece absolutamente sorprendente y, por supuesto, contradictorio con la imagen que tengo del alcalde, como persona razonable y prudente.

Probablemente todos desearíamos que no haya tantos coches de alquiler en la capital de Mallorca, sobre todo en los días de verano que amanecen nublados, cuando todos los turistas cambian playa por Catedral. Pero eso no es fácil de poner en práctica. Palma no es Formentera, donde todos los coches han de llegar en barco.

¿Hemos de pensar que como en los regímenes militares vamos a tener controles en los límites del municipio? ¿Van a pedirle a los coches sus papeles para saber si el vehículo es de alquiler o no? ¿Pero nos hemos vuelto locos? ¿Qué clase de imagen queremos dar y no sólo a los turistas sino para nosotros mismos, ante nuestro propio espejo?

Yo le recordaría al alcalde que hoy en día en incontables ciudades del mundo, sin necesidad de que haya saturación turística, funcionan programas “Park & Ride” que incluyen parking disuasorio en la periferia y transporte al centro; que en otras hay billetes de transporte que incluye museos y atracciones y que están pensados para que los visitantes usen el transporte público; que en terceras hay restricciones de acceso al centro por motivos ambientales, que en Palma aún no se conocen, etcétera.

Antes de abrir más frentes, estaría bien que el inoperante ayuntamiento de Palma fuera capaz de ordenar el tráfico y el acceso para los residentes durante el mes de febrero, en lo cual se ha demostrado siempre totalmente impotente. Antes era por Hila, pero ahora es por Martínez.

 



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